Hundir la cabeza en la almohada y permanecer así durante toda la noche genera una tensión prolongada sobre la piel que tira o empuja en una dirección perpendicular a la de los músculos faciales. El resultado de tanto frotamiento son líneas diagonales en las mejillas, otras verticales en la frente y multitud de patas de gallo. Para agravar la situación, la tela de la almohada (normalmente, de algodón o seda) actúa como un papel secante contra el cutis, absorbiendo toda su humedad y debilitando el colágeno. En esa situación de sequedad y arrugas forzadas, la piel termina por agrietarse. Y ahí es cuando se instalan las denominadas líneas del sueño, tal como sostiene el dermatólogo Nedim Sarifakioglu.
Para librarse de esas finas arrugas de dormilón hay varias estrategias. La más barata es dormir siempre boca arriba. Fabuloso si se es un faraón momificado. Difícil para el resto de los mortales dado que, a lo largo del sueño, el ser humano cambia varias veces de postura de modo inconsciente. La otra opción implica rascarse el bolsillo y apostar porropa de cama con tecnologías textiles que suenan casi a ciencia ficción.Iluminage Beauty ya comercializa fundas de almohada y antifaces de Cupron, un material sintético de última generación a base de óxido de cobre. Este mineral, además de poseer propiedades antibacterianas, activa la renovación celular de las proteínas. Dicho de otra manera: agiliza el proceso de formación de colágeno por lo que, en teoría,no solo no provoca envejecimiento precoz, sino que rejuvenece.
esmoda.elpais.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario